miércoles, 17 de julio de 2013

intelectualidad

Intelectuales de salón,
mediocridad vespertina
copando la televisión,
salen a la calle con un periódico
bajo el brazo,
con su chaqueta de pana
y sus gafas de diseño.
Hablan mientras beben,
todo está demasiado politizado,
ya no se hace cine como antes,
la poesía está muerta y sólo
se prolonga con pena su existencia,
de la pintura que decir,
de lo demás simplemente no interesa...

Esos intelectuales salen a la calle
buscando una presa,
alguien a quien descuartizar,
al movimiento antiglobalización,
al comunismo libertario,
al que solo pide voz para hablar,
al que se reafirma en su condición
de ciudadano neutral del mundo,
cualquiera es el objetivo
de sus indiscriminadas críticas,
y actúan con una cierta superioridad moral
imposible de rebatir.

Ellos tienen la solución,
pero son parte del problema,
ellos son los que critican
desde su posición social acomodada,
el resto no tenemos que decir,
sólo dejarnos llevar ante la brillantez,
ante su inteligencia que supura,
se creen los gurús del nuevo siglo,
y mientras desprecian lo que soy,
lo único de bueno que tengo,
tu a mi lado me dices que respete,
que acepte lecciones de un ser inferior,
la gente no es tan mala aunque no lo parezca,
sólo así conseguirás integrarte,
conseguirás un lugar en la sociedad.

Mi lugar ya está predeterminado,
soy un marginado ante los mediocres,
un culpable ante el Estado,
soy un estúpidos ante tus compañeros de trabajo,
soy un soñador sin remedio para mis familiares,
un demonio capaz de lo peor, y de lo mejor
según alguno que me conoce,
no necesito hacerme uno nuevo,
no entre la intelectualidad de salón,
no entre la hipocresía ambiental,

no entre tanta estupidez sin remedio.

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