Es
imposible resumir la indignación. El sistema se desintegra
lentamente. El caso Bárcenas, en realidad, ha actuado como un
acelerador en medio de un incendio. Y no hay bombero que no apague.
No hay maquillaje que tape la corrupción, ni sus cicatrices.
La
declaración de Luis Bárcenas del día 15 en la Audiencia Nacional
ha centrado todos los comentarios políticos en los últimos días.
El nerviosismo es patente en la clase política. La imagen lamentable
del portavoz del PP en el congreso, con trifulca incluida, el señor
Alonso, fue una muestra patética de nerviosismo y de incapacidad.
Solo tienen la descalificación. Han desempolvado nuevamente la
carpeta de la conspiración.
Los
“papeles de Bárcenas”, que representan la contabilidad del PP,
han puesto de manifiesto que la corrupción está instalada en el
mismo corazón del sistema. Todos los partidos políticos sobre los
que recayó el poder, en nuestra joven democracia, se han financiado
ilegalmente. Eso es una verdad indiscutible. Y todo esto, encima, en
plena negociación y redacción de una Ley de Transparencia que, de
hecho, es una cortina de humo para mantener las apariencias. Hay
quien ya habla de broma pesada, y de vacile a la población.
La
contabilidad tiene mucha chicha. Estaba claro que Bárcenas, despues
de sentirse abandonado por el PP (partido podrido), iba a cantar como
un pajarito, delante de un juez, que ha soportado entero toda la
presión sobre sus espaldas. Es digno de alabar su valentía, y más
sabiendo que el anterior juez del caso, Pedreira, sobreseyó el caso
ante las presiones recibidas, en su mismo despacho judicial, por el
señor Trías y el señor Arenas.
Me
ha llamado la atención la cobertura mediática que se ha hecho de
todo esto. Mientras la mayoría de los periódicos, radios y
televisiones atacan al presidente, por su negativa a explicarse en el
Congreso de los Diputados, los medios más de derechas (ABC y La
Razón), defienden lo indefendible. Parece que los articulos y las
opiniones de estos periódicos y sus cabezas visibles la redactan los
mismos asesores que escriben los discursos a Rajoy y compañía.
Mediocridad mezclada con demagogia y mentiras para tratar de desviar
la atención lo más lejos que puedan. Han sido más contundentes con
Mariano la prensa extranjera. Un editorial del día de ayer, del
norteamericano The Washington Post, afirmaba que el problema de
España era una cuestión de falta de liderazgo, y que el presidente
debería de dimitir. La opinión ya es una cuestión global. Seguro
que más de uno se estará arrepintiendo del apoyo incondicional, y
de las políticas llevadas en favor de un sistema globalizador.
Los
medios vienen a cuento no por la manipulación que a diario
practican. Una de las cosa más interesantes de la declaración, y a
la que no se le ha dado cobertura mediática, es que el propio
tesorero del PP, reconoció el pago a periodistas. No hay que pensar
demasiado el por qué de estos pagos. Esa defensa incondicional
planteada por las empresas de comunicación más conservadores valen
su precio. No se conocen muchos nombres. Pero si alguno. Un ejemplo
es el pago a Jose Antonio Sanchez, Director General de Telemadrid
(quizás de ahí el tratamiento vergonzoso y avergonzante de este
caso por parte del canal autonómico madrileño).
Mientras
Bárcenas saca la lengua a pasear, los dirigentes del PP rezan a su
Dios para que no les escupa. Que la lupa de la justicia pase de
largo. La población, indignada, ven como les gobiernan auténticos
impresentables. Y algunos esperamos más, que las palabras actúen
como armas y disparen a todo aquel que se lo merece. Quizás no se
sepa toda la verdad, pero es indiscutible que ya no pueden disimular
el mal olor que desprende todo este sistema.
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